Katie mira a la adversidad a la cara y la recibe con una risa y un “mírame”. Se la puede ver en todas partes, incluso en el patio de recreo, donde muestra sin miedo a sus compañeros que el equipo del patio no da miedo. También tiene un lado más suave que incluye una sonrisa contagiosa y muchos mimos y abrazos.
Poniendo el listón más alto que nunca, Katie está superando barreras a patadas. El pasado agosto se graduó en terapia ocupacional. En otoño, empezó el jardín de infancia en una clase de educación general y ¡superó rápidamente el nivel de lectura del jardín de infancia!
Para Katie, el autismo es un viaje y un trabajo constante en progreso. Desde que Katie era un bebé, empezó a adoptar una mentalidad de “madre gallina”. Es un alma vieja a la que le encanta leer, dibujar y colorear. Ama a lo grande y se preocupa profundamente por los demás. Todos los que la conocen se alegran de tener a Katie en su vida.