Cuando Jaylen nació, no reaccionaba. Hubo que resucitarlo, y entonces empezó a tener convulsiones. En 24 horas, pidió el traslado a otro hospital que dispusiera de la atención especializada que necesitaba. Permaneció en ese hospital durante un mes. Durante ese tiempo, le colocaron una sonda en el estómago, que aún conserva. Antes de cumplir un año, a Jaylen le diagnosticaron parálisis cerebral, epilepsia, reflujo ácido y otras afecciones. Pasó sus primeros años de vida entrando y saliendo del hospital. Hoy, Jaylen tiene 11 años, y hay menos visitas al hospital y más días buenos que malos. Es un placer estar con él, un niño increíble con una sonrisa que ilumina cualquier habitación. Su madre está muy orgullosa de que Jaylen haya dado recientemente algunos pasos sin ayuda. Alumno de la escuela primaria Lake Carolina de Blythewood, sus cosas favoritas son su padre, jugar al béisbol, montar en karts, ver Mickey Mouse Clubhouse, comer donuts de Krispy Kreme, montar en bicicleta, saltar en la cama elástica y todo lo que implique agua y viajar. Su madre dice que, aunque en realidad no se fijan metas para él, están agradecidos por cualquier cosa que Jaylen sea capaz de hacer, por pequeña o grande que sea.