Rosemary es intuitiva y sabe cuándo alguien necesita un abrazo o buen ánimo. Siempre está cantando, riendo y tratando de dar alegría. Rosemary no ve etiquetas, ve personas, e inspira a otros a hacer lo mismo.

A las cinco semanas la operaron de urgencia del intestino y a los cinco meses, a corazón abierto. Comenzó terapias físicas, del habla, de alimentación y ocupacionales cuando era un bebé. Rosemary tiene un diagnóstico de síndrome de Down y ha sido diagnosticada recientemente de autismo. Hoy sigue en terapia y sigue adquiriendo nuevas habilidades y probando cosas nuevas.

Las actividades favoritas de Rosemary incluyen jugar al baloncesto, columpiarse en el trapecio, jugar en el arenero, leer libros, escuchar música y bailar. El año pasado se lo pasó muy bien en el Campamento Rise Above de Camp Cole y participando en un torneo de baloncesto de las Olimpiadas Especiales.

Rosemary inspira cada día a su madre, Elizabeth. “Me gustaría que otras familias con niños con capacidades diferentes supieran que no están solas. Sus hijos son preciosos y valiosos y sus bellos rostros deberían ser vistos y sus historias contadas.”