Al diagnosticársele una enfermedad genética rara llamada síndrome de Costello, McKenna ha tenido más estancias en el hospital, operaciones, exploraciones y citas que la mayoría de los niños. Aun así, ha seguido dando pasos de gigante: a los cuatro años dio sus primeros pasos; a los cinco, ya no necesitaba una sonda de alimentación. Tal vez el mejor logro hasta la fecha sea haber recibido el premio “Shiny Star Award” de Richland One por haber superado retos abrumadores para triunfar en la escuela y en la vida.

La familia de McKenna le atribuye el mérito de haberles hecho más fuertes, más conscientes y más agradecidos por las pequeñas cosas de la vida que a menudo se dan por sentadas. Sus padres quieren que el mundo sepa que es una niña superguay a la que le encanta relacionarse con todo el mundo.